La salida de Warren Buffett como CEO de Berkshire Hathaway, anunciada oficialmente para enero de 2026, ha empezado a notarse en el mercado. Desde que se conoció la noticia a mediados de mayo, las acciones de la compañía han corregido más de un 10 %, mientras el S&P 500 acumula subidas cercanas al 8 % en el mismo periodo.
El mercado parece estar reaccionando a la pérdida de la llamada “prima Buffett”, un fenómeno por el cual los inversores estaban dispuestos a pagar un precio superior al valor contable de la empresa por la confianza en la gestión del Oráculo de Omaha. Desde el anuncio de su marcha, esa prima se ha diluido: la ratio precio/valor contable ha pasado de 1,7 a 1,5.
A esto se suma una preocupación creciente sobre el uso del efectivo. Berkshire acumula cerca de 350.000 millones de dólares en liquidez, una cifra récord que muchos analistas consideran excesiva. Con pocas inversiones relevantes en los últimos meses, los inversores empiezan a exigir decisiones más activas: desde reparto de dividendos hasta recompras masivas de acciones.
El sucesor designado, Greg Abel, asumirá el liderazgo en un momento especialmente sensible. Su estilo es más discreto, pero ha prometido mantener la filosofía de inversión a largo plazo que ha caracterizado a la firma durante décadas. Sin embargo, la gran incógnita sigue siendo si podrá mantener la confianza del mercado sin el aura de Buffett al frente.
Algunos ven esta caída como una oportunidad. Otros temen que el futuro de Berkshire sin Buffett sea mucho más terrenal. Lo que está claro es que el mercado está descontando un cambio de era.